Análisis histórico de la Royal Ascot

La Royal Ascot, una bienvenida al verano

Imagen de archivo de una celebración de la Royal Ascot inglesa. / GRUPO JOLY

Imagen de archivo de una celebración de la Royal Ascot inglesa. / GRUPO JOLY

Que la Royal Ascot es la cita con la que los británicos dan cada año la bienvenida al verano es un dato de sobra conocido por la mayoría, aunque sus estrictas reglas de protocolo han dado demasiado juego en los más de 300 años de historia de estas exclusivas carreras y dejan tras de sí un buen puñado de curiosidades.

Fue la reina Ana I de Inglaterra la que en 1711 escogió los terrenos en los que se levanta el hipódromo porque mientras daba un paseo a caballo por la zona consideró que aquél sería un sitio ideal para el galope. La presencia de la monarquía británica en esta cita ha sido contínua desde sus orígenes y, como consecuencia, también el uso de sombreros en Ascot, ya que se consideraba una falta de respeto tener la cabeza descubierta en presencia de la reina.

También las normas de etiqueta que se exige al público asistente han sido estrictas desde el principio, tanto es así que en los años 50 se prohibía incluso el llamado 'new look' de Christian Dior por ser vestidos con la cintura demasiado ceñida. El giro a la modernidad se dio en 1971, cuando por primera vez se permitió el acceso de las mujeres en traje de pantalón, eso sí, siempre que éste quedara por encima del tobillo. En cuestión de etiqueta, no se perdona a nadie. Y si no, que le pregunten al rockero Rod Stewart, que en 2002 fue expulsado del recinto cuanto intentó acceder sin chistera y con un traje de chaqueta blanco (sólo está permitido el traje gris o negro). Los encargados de velar porque todos los asistentes cumplan las normas establecidas son los greencoat, un singular 'batallón' de vigilantes vestidos de terciopelo verde (se dice que el uniforme original se creó con la misma tela de las cortinas del palacio de Windsor) que hacen lo posible porque no haya un escote demasiado pronunciado o una falda demasiado corta entre ellas o que ellos siempre luzcan el sombrero en la zona a la que acude la reina.

Aunque las curiosidades de Ascot no sólo se encuentran en la forma de vestir de los asistentes sino también en sus costumbres.

Llama la atención, por ejemplo, que para poder aparcar el coche en la zona denominada Car Park One haya una lista de espera de años, o que para poder entrar a la Royal Enclosure (el recinto que reúne a la flor y nata de la sociedad británica, incluidos los miembros de la casa real) sea necesaria una invitación que, a su vez, sólo podrán cursar aquellos que al menos hayan acudido cuatro años consecutivos a esta zona VIP.

Ahora nadie mira el estado civil del que acude a las carreras pero sí se solía hacer hasta la primera mitad del siglo XX, ya que hasta 1955 estuvo prohibido el acceso a los divorciados.

La comida en Ascot también genera muchos datos curiosos, aunque el más llamativo es el que se produce en la zona de aparcamiento, donde hasta las familias más distinguidas suelen hacer picnic junto a sus vehículos de lujo, eso sí, en muchas ocasiones, con servicio de catering y mayordomo incluido, nada de llevarse un tupper de casa. Aquellos que prefieran comer en los restaurantes del hipódromo tienen a su disposición los más selectos platos (tanto el ON5 como el Panoramic tienen dos estrellas Michelin) aunque, como esta opción no está al alcance de todos los bolsillos, también está la posibilidad de tomar un típico fish and chips o unos sandwiches, aunque para ello haya que encargarlo con antelación en la propia web del hipódromo y a un precio que ronda los 60 euros.

Según los datos que maneja la organización, cada año se descorchan en Ascot más de 51.000 botellas de champange y se sirven unas 45.000 tazas de té.

Otro dato curioso es que a la Royal Ascot no pueden acudir menores de 16 años, cuyo acceso está permitido únicamente durante la jornada del sábado, coincidiendo con la clausura de esta cita.

Isa Brea

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