Se dice que unos tienen la fama, y esto es lo que pasa precisamente con esta prenda a la que se le adjudica un referente de más fama: el vestido negro. Es de sobra conocido, ya de forma más general, que el vestido negro mini es el emblema de la elegancia, el comodín para no fallar en ninguna ocasión formal, indispensable en todo buen fondo de armario. Pero al negro, aunque le sobra elegancia, le falta versatilidad. En épocas como el verano, el vestido blanco sustituye esta necesidad imperiosa de sustituir las prendas más calurosas por otras más ligeras. Los tejidos vaporosos, los brocados o incluso el popelín -muy en tendencia-, son los más escogidos para confeccionar lo que en el argot fashion se denomina con las siglas de LWD.
Todo vale. Aplicaciones, transparencias, encajes, calados… Los vestidos blancos admiten de todo y sobre este fondo impoluto donde podemos jugar con los complementos y calzado.
Las firmas son conscientes de ello y aparte de la famosa moda adlib ibicenca, todos ellos incorporan en sus colecciones vestidos cortos de color blanco.
Isabel Marant
Balmain lo incluyó además en su colección de O/I.
Chloé
Dependiendo del estilo podemos combinarlo como hemos visto con complementos de piel (o ante), perfectos para acudir a eventos como los festivales de música. Además de chaquetas vaqueras, que aporten a este tipo de vestidos un toque desenfadado. Esta época es la ideal para huir de lo metódico de un look y excederse en complementos sin miedo a resultar recargado. En cuanto al calzado, botas, sandalias o plataformas.
Y claro está, las famosas también se atreven. Cara Delevigne se decantó por este Dior para acudir al front row de uno de los desfiles de la casa francesa.
Sin duda una inversión de gran rentabilidad.
Wappíssima
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