Adelante Andalucía

Teresa Rodríguez, la oradora que centrifugaba la consciencia

Teresa Rodríguez posa para una entrevista en Cádiz durante la campaña electoral de los comicios andaluces del 19-J.

Teresa Rodríguez posa para una entrevista en Cádiz durante la campaña electoral de los comicios andaluces del 19-J. / Miguel Gómez

La figura de Teresa Rodríguez supera el mundo de la consciencia y va más allá. Hay quien, por distender el espíritu, pasa horas observando a un operario limpiando cristales, arriba, abajo, arriba, abajo; los hay que escuchan a personas masticando un plátano o mascando un chicle con la boca abierta; o, porque cada uno es como es, quienes observan a un anciano partiendo un infinito número de almendras, tac, tac, tac. Este hábito, denominado ASMR por las siglas en inglés de "respuesta sensorial meridiana autónoma", ha tenido un notable auge entre una población necesitada de leves euforias que contrarresten de inmediato, y a golpe de un canal de youtube, las disforias del día a día que se acumulan en el inconsciente. Porque cada uno es como es, porque no todo es consciencia, hay también gente que rescata discursos de Teresa Rodríguez para abandonarse a la dulce molicie.

La habilidad natural de adormecer y exaltar a la vez a las multitudes ha sido una de las factores que han aupado a Teresa Rodríguez (Rota, 1981) a ser quien es, a ser quien ha sido, una política al margen de las hechuras y el discernimiento comunes. Habría que retroceder décadas para encontrar una figura pública con la destreza para emplear la prosodia, el tono y el ritmo como herramienta de adormecimiento popular, dormidero donde aplacar y provocar ensoñaciones en los espíritus del respetable. Con su retirada de la vida parlamentaria, la política gaditana se despide de ocho años de política activa que los andaluces recordarán como un discurso narcótico, depresor y estimulante, que ha abierto y cerrado numerosas puertas de la percepción.

Desenvuelta, seductora, asamblearia y coherente

Desenvuelta en el verbo, seductora en el sustantivo, asamblearia en el adjetivo y coherente en el pronombre, Rodríguez ha ejercido la política activa desde antes de ser mayor de edad, pasando del estrado de las aulas de un instituto a la tribuna de oradores en el Parlamento Europeo, donde en 2014 se estrenó como fulgurante representante andaluza del movimiento en el que materializaron las protestas por la crisis económica de 2008 y las consignas asentadas en el mejunje del 15-M que detonó en el Podemos primigenio, aquella renovada versión populista de Izquierda Unida que estimuló a unos ciudadanos vacíos de liderazgo y ansiosos de estimulantes. Rodríguez dejó de ser el verbo suelto de Podemos para enfundarse en Adelante Andalucía, ese andalucismo contestatario que ha recogido con perspicacia todos los manuales del trincherismo de la nueva política sin complejos del siglo XXI. Feminista, anticapitalita, antimilitarista y, activista social convencida, defensora de las causas perdidas, la habilidad de Rodríguez ha solidificado en una franqueza y congruencia propias de un cura de pueblo del XIX. Rodríguez siempre ha hecho lo que piensa y ha pensado lo que dice, aunque lo que piense hay sido juzgado a menudo como una panoplia de epopeyas fantásticas dignas de Las mil y una noches y propias de un compendio de inconsciencias.

Licenciada en Filología Árabe y docente de Lengua, la roteña formó parte de IU antes de desgajarse a la Izquierda Anticapitalista, una corriente pretendidamente más escorada que el resto. Eurodiputada tras las revueltas del 15-M, Rodríguez se convirtió en secretaria general andaluza de Podemos donde al final sucedió lo que tenía que suceder, cumpliéndose la vieja maldición que persigue históricamente a la izquierda patria. La desunión resta, lo contrario que la disciplina de partido. Y mira que lo intentó, que lo intentaron.

Independiente de las otras izquierdas

La aproximación a IU no salió bien. Rodríguez acabó siendo expulsada en 2020 y refundó Adelante Andalucía, porque su equipo en el Parlamento se apropió de la marca. Con el nuevo partido, y después de una baja de maternidad y el ostracismo causado por por su expulsión, la gaditana concurrió por tercera vez a las últimas elecciones andaluzas, con las que obtuvo dos escaños después de un debate televisivo en el que volvió a revelarse como una oradora inteligente, ingeniosa, coherente, propositiva, conocedora de la situación andaluza, responsable, serena, cautivadora... estupefaciente.

Rodríguez ha anunciado que deja el acta parlamentaria del grupo mixto aunque seguirá como portavoz de Adelante Andalucía, una formación que pretende presentarse de modo autónomo a las generales de 2023, pertinaz en ser libre de las ataduras centrípetas de las otras izquierdas. No encabezará entonces la candidatura, ha asegurado, y su propósito, dicen quienes la conocen, es volver a las aulas del instituto, donde podrá seguir agitando conciencias y estimulando consciencias como sólo lo hacen los paraísos artificiales.

Mientras tanto, y con más tiempo libre a partir de ahora, podrá dedicarse sin premuras a lo que pudo hacer al fin el día de reflexión de las últimas elecciones andaluzas. Lo dijo en una red social: "¿Qué voy a hacer en la jornada de reflexión? Pues poner lavadoras, obviamente", una lavadora cuyo giro, vuelta y revuelta, como reflejan las clasificaciones de youtube en el género del ASMR, son la última sensación en la centrifugación de consciencias.

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