La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El Cachorro en la ‘caput mundi’

El Cachorro en la Roma ‘caput mundi’ y en San Pedro mostrará lo que el arte cristiano debe a Sevilla

Comprendo y respeto tanto las razones de los 307 hermanos del Cachorro que votaron a favor de su ida a Roma como las de los 63 que lo hicieron en contra y los 12 que lo hicieron en blanco. Pero saber que recibirá culto en la Basílica de San Pedro es un argumento mucho más potente y más fundamentado que la exportación de la magnatitis que tan gravemente nos afecta. El que junto al Gran Poder es el más fuerte latido del corazón devocional sevillano, en lo que a las imágenes cristíferas se refiere, en el corazón de la Iglesia. La culminación del barroco sevillano en la cuna del barroco. El crucificado que excede a todos los crucificados, en la Colina Vaticana en la que San Pedro fue crucificado y enterrado. El utrerano Francisco Antonio Ruiz Gijón frente al napolitano Bernini, dos años después de cuya muerte en 1680 se esculpió el Cachorro.

Se comprende la alegría de los hermanos. Es de esperar que cuando se traslade al Vaticano y se exponga en la Basílica se haga de tal forma que los romanos y los miles de visitantes diarios que allí acuden puedan apreciar con asombro lo que Sevilla aportó a la cristiandad. La imaginería barroca sevillana ha estado siempre falta de embajadores de prestigio internacional. Será el Cachorro quien presente las cartas credenciales de Sevilla ante el Santo Padre, ante Roma y ante el mundo.

Las obras de arte y los artistas necesitan sus managers, que son los historiadores del arte de influencia mundial. Nuestras imágenes no las han tenido. A lo que debe agregarse el desdén de la historiografía tradicional del arte hacia las imágenes en madera policromada, fruto del desconocimiento. Cuando Xavier Bray llevó a la National Gallery de Londres el Cristo de los Desamparados de Montañés para que figurara en la exposición Lo sagrado hecho real–¡qué gran título!– dijo que “el público anglosajón se ha quedado asombrado por la calidad de la talla y la policromía”. Con ellos quedaron asombrados los expertos. Y era en un museo, que siempre enfría la relación devocional con las obras de arte de naturaleza religiosa.

La Basílica de San Pedro no es precisamente cálida, pero es el primer templo del mundo. Y Roma para los cristianos sigue siendo la caput mundi–capomunni o capoccia en el dialecto popular romanesco– que era cuando la definió así el cordobés Lucano hace dos mil años en su Farsalia. El Cachorro en la cabeza del mundo cristiano. No es poca cosa.

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