La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Francamente, querido

A los 600.000 sevillanos que viven fuera del casco antiguo les debe importar un bledo la masificación turística

Supongo que, aunque la masificación del turismo sea un grave problema no solo de Sevilla, a la mayor parte de los sevillanos les importa tan poco como a Rhett Butler el destino de Escarlata O’Hara, ya sea en la suavizada versión española (“francamente, querida, me importa un bledo”) o la más contundente original (“frankly my dear, I don’t give a damn”). Porque de los 697.233 habitantes de Sevilla solo 57.068 viven en el distrito Casco Antiguo, cada vez más castigado por el turismo masivo, y en sus barrios más dañados –Santa Cruz, Alfalfa y Arenal– menos de 10.000. Los números son los que son, incluso si les sumamos los 46.926 vecinos de una Triana cada vez más turistificada (Triana o morir de éxito titulaba la investigadora María C. Puche-Ruiz un artículo publicado en este diario).

Supongo que los 106.490 sevillanos del distrito Este-Alcosa-Torreblanca, los 89.593 de Cerro-Amate o los 74.980 de Macarena dirán a los cada vez menos vecinos del centro histórico: “Francamente, queridos, nos importa un bledo” que suban los alquileres, que se multipliquen los pisos turísticos, que desaparezcan los comercios de proximidad, que se llenen las calles de veladores, que os estrangulen los accesos provocando atascos para salir o entrar… ¿Y qué? Mal de pocos para bien de muchos.

El turismo supuso el año pasado el principal motor de crecimiento de España –84 millones de visitantes, 108.000 millones de euros– y en Andalucía generó 26.000 millones de euros y 400.000 empleos gracias a que nos visitaron 34,2 millones de turistas. Con razón, según el estudio Percepción de los Residentes hacia el Turismo en Andalucía presentado por el consejero de Turismo de la Junta, alrededor del 90% de los andaluces considera que tiene un efecto positivo o muy positivo en la economía de sus municipios y en la generación de empleo. Y tanto: el año pasado 34,2 millones de turistas generaron 26.000 millones de euros. En cuanto a Sevilla, 3.018.060 visitantes la convirtieron en el séptimo destino urbano español por ingresos.

Sucede con esto algo parecido –haciendo excepción de su carácter sagrado y celebrativo– a la explotación turística de la Catedral y el Salvador, solo dos templos en una archidiócesis con 264 parroquias: sería a la economía de la diócesis lo que el centro histórico a la de la ciudad. Aunque no debería olvidarse como termina la fábula de la gallina de los huevos de oro.

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