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Rutas de senderismo

Ruta circular de El Rebollar - Cerro del Hierro: un paseo por la 'Siberia' sevillana

Vamos a disfrutar de un recorrido con mucha belleza natural.

Vamos a disfrutar de un recorrido con mucha belleza natural. / Emilio J. De los Santos

Bonita ruta familiar que despliega ante el senderista un rincón único y de gran interés de la Sierra Norte. Esta circular de unos 10 kilómetros nos lleva alrededor del Monumento Natural del Karst del Cerro del Hierro y nos muestra un rebollar en sus proximidades, un tipo de bosque raro en Sevilla con un peculiar microclima.

Esta zona, situada a medio camino entre Constantina y San Nicolás del Puerto, recibe el nombre de Siberia sevillana en tanto que es uno de los puntos más fríos de la provincia debido a su relativa altitud (más de 600 metros sobre el nivel del mar) y su abundante vegetación. Si realizamos la visita a finales de otoño, en invierno o principios de primavera, es muy probable que presenciemos sus habituales heladas. Este pequeño territorio tiene un clima de media montaña con influencias continentales, características que favorecen la presencia de un rebollar.

Si hace frío, es habitual ver la escarcha sobre la vegetación. Si hace frío, es habitual ver la escarcha sobre la vegetación.

Si hace frío, es habitual ver la escarcha sobre la vegetación. / Emilio J. De los Santos

Nuestra ruta comienza en el poblado de Cerro del Hierro. Esta aldea, dependiente de Ayuntamiento marucho, es lo que queda del asentamiento de los trabajadores de las minas a cielo abierto próximas. El punto de arranque de la excursión es el aparcamiento que hay en las afueras de esta población.

La vía verde sigue el trazado del antiguo tren. La vía verde sigue el trazado del antiguo tren.

La vía verde sigue el trazado del antiguo tren. / Emilio J. De los Santos

El recorrido es bastante fácil. La señalización suele ser correcta en los cruces, con postes indicativos claros. Además, veremos muchos carteles con datos de interés de los edificios o del propio ecosistema en los puntos claves del trazado. El perfil cuenta con una subida en la parte intermedia, pero para nada es dura. La bajada es muy progresiva.

Poblado de los Ingleses. Poblado de los Ingleses.

Poblado de los Ingleses. / Emilio J. De los Santos

Al salir del parking, enfilamos la Vía Verde de la Sierra Norte, trazado de la antigua vía ferroviaria que transportaba materiales entre los pueblos de la zona. Tomamos la dirección suroeste, es decir, hacia el centro de información próximo. Los carteles nos sacarán de dudas. En apenas 500 metros, llegamos a dicha instalación, junto a un aparcamiento y un merendero. A unos pocos pasos, tenemos las ruinas de las Casas de los Ingleses.

Ruinas de una estación de tren. Ruinas de una estación de tren.

Ruinas de una estación de tren. / Emilio J. De los Santos

Aunque hay constancia que estas minas se usaban ya en época romana, en épocas más recientes fueron explotadas por los británicos de la compañía escocesa William Baird Minimo Co. Ltd. entre finales del siglo XIX hasta principios del XX. Los trabajadores se cobijaban en estas casas. El asentamiento fue tan importante que hubo momentos en los que Cerro del Hierro tuvo más población que San Nicolás del Puerto.

Podremos asomarnos a ver las bonitas formas rocosas. Podremos asomarnos a ver las bonitas formas rocosas.

Podremos asomarnos a ver las bonitas formas rocosas. / Emilio J. De los Santos

Por este tramo, el camino se acerca bastante a las paredes del Karst. Las labores mineras en la zona durante siglos dejaron un paisaje de formas y colores únicos con abundantes agujas, corredores o lapiaces. La causa de toda esta belleza son las rocas calizas que componen el terreno, que además sufrieron una erosión parcial por efecto de la lluvia y de la nieve, dando lugar a este espectacular relieve. Actualmente acuden aquí muchos amantes de la escalada. De hecho, veremos indicaciones de vías ferratas en las proximidades. Un mirador cerca del camino nos permitirá admirar todo esto.

Una rotonda ferroviara, donde se giraban los vagones y locomotoras de los trenes. Una rotonda ferroviara, donde se giraban los vagones y locomotoras de los trenes.

Una rotonda ferroviara, donde se giraban los vagones y locomotoras de los trenes. / Emilio J. De los Santos

La vía verde nos conduce a los restos del antiguo edificio de la estación de tren y, un poco más adelante, nos deja en un cruce en forma de T con una rotonda ferroviaria. Este mecanismo permitía girar los vagones y locomotoras de los trenes. De hecho, las ruinas anexas son las antiguas cocheras.

Primera cancela del recorrido. Suelen estar abiertas. Primera cancela del recorrido. Suelen estar abiertas.

Primera cancela del recorrido. Suelen estar abiertas. / Emilio J. De los Santos

A continuación, comenzamos a ascender levemente ya dentro de un agradable alcornocal con gran presencia de madroños. Por el lado izquierdo, la pendiente es mayor, pues es la antigua escombrera de la mina. A los 2,5 kilómetros desde el comienzo del recorrido, damos con una cancela. Acto seguido, tomamos el carril de la derecha, aún en subida.

Abundan los madroños por la zona. Abundan los madroños por la zona.

Abundan los madroños por la zona. / Emilio J. De los Santos

A unos 400 metros de la puerta, se nos presenta una bifurcación: ahora iremos por la izquierda, bajo la sombra de algunos alcornoques centenarios. El sendero va describiendo una curva muy abierta a la izquierda, rodeando el cerro. El ascenso concluye al llegar a otra cancela.

La bajada deja bonitas estampas. La bajada deja bonitas estampas.

La bajada deja bonitas estampas. / Emilio J. De los Santos

En bajada, veremos varios caminos por aquí. El nuestro va al norte, siguiendo la ladera. Cuando la curva se desdoble, nos colocamos en el trazado que está más al exterior. Tras otra cancela, nos internamos en los terrenos del Cortijo de Vejera.

Al fondo hay un pozo con un tejado. Al fondo hay un pozo con un tejado.

Al fondo hay un pozo con un tejado. / Emilio J. De los Santos

La vegetación se dispersa algo por aquí, hasta entrar en un claro con un peculiar pozo techado al fondo. El sendero sigue avanzando hacia la izquierda, bordeando ahora el Cortijo del Robledo del Marqués. Al encontrarnos una intersección, viramos a la izquierda para seguir el cauce del Arroyo del Pozuelo. Ya prácticamente vamos en llano.

Seguimos el Arroyo del Pozuelo. Seguimos el Arroyo del Pozuelo.

Seguimos el Arroyo del Pozuelo. / Emilio J. De los Santos

La vegetación vuelve a dispersarse a la vez que notamos que sendero acentúa la curva a la izquierda. Terminamos incorporándonos a otro camino, de tierra más clara y más definido. A la derecha, algo lejos, tenemos el Cortijo del Soldado y a la izquierda un alcornocal que cubre la falda del cerro que venimos rodeando desde el comienzo.

En temporada, abundan las setas en muchas zonas. En temporada, abundan las setas en muchas zonas.

En temporada, abundan las setas en muchas zonas. / Emilio J. De los Santos

En el kilómetro 7 de la ruta, se nos incorpora un camino por la izquierda. A los pocos metros, nos desviamos por la siguiente salida, también la izquierda. Así accedemos El Rebollar de San Nicolás del Puerto. Un cartel informativo nos lo dejará claro. 

El Rebollar de San Nicolás del Puerto. El Rebollar de San Nicolás del Puerto.

El Rebollar de San Nicolás del Puerto. / Emilio J. De los Santos

Nos estamos metiendo en un reducto que es todo un tesoro, dada su escasez en esta zona geográfica. El rebollar, como su nombre indica, concentra rebollos pero también quejigos. Son un tipo de roble que conforma un paso intermedio entre el bosque atlántico y el mediterráneo. Se ubican en zonas húmedas entre 700 y 900 metros, contribuyendo a suavizar la temperatura en verano y a favorecer las lluvias. Por desgracia, es un tipo de formación en retroceso en la provincia de Sevilla ya sea por el aumento de temperatura, por la tala o el exceso de pastoreo. Una peculiaridad de estos rebollos es que sus hojas, pese a ser caducifolias, no llegan a desprenderse del árbol, ofreciendo un bello espectáculo de tonalidades en otoño. Nuestro camino recorre esta maravilla durante aproximadamente un kilómetro y medio. El bosque tiene una magia tan especial que hará que nos embobemos con su quietud y que ralenticemos el paso.

Un horno de las caleras, donde se hacía la cal. Un horno de las caleras, donde se hacía la cal.

Un horno de las caleras, donde se hacía la cal. / Emilio J. De los Santos

Tras el rebollar, comenzaremos a aproximarnos nuevamente al Cerro del Hierro y a visitar ciertos puntos de interés, como las caleras o puntos donde se hacía la cal en hornos, o los lavaderos, sistemas de limpieza del mineral. Entre estos enclaves, volveremos a tener ocasión de disfrutar de las peculiares formaciones del Karst.

El lavadero de mineral. El lavadero de mineral.

El lavadero de mineral. / Emilio J. De los Santos

Volvemos al poblado de Cerro del Hierro por el noreste, pasando junto a varias naves abandonados. El último trecho retorna a la vía verde tras doblar a la izquierda. El placentero paseo nos mostrará la iglesia de la aldea, con una arquitectura anglicana. Poco después, regresamos al aparcamiento desde donde iniciamos la ruta. Así concluimos el recorrido.

La antigua iglesia anglicana de Cerro del Hierro. La antigua iglesia anglicana de Cerro del Hierro.

La antigua iglesia anglicana de Cerro del Hierro. / Emilio J. De los Santos

Se trata, por tanto, de un recorrido razonablemente sencillo, con mucha riqueza natural y puntos de interés histórico. Es una ruta ideal para hacerla con niños. Además, tiene muchísima sombra en gran parte del trazado.

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